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¡Qué no!, ¡Qué es cine!, ¡Qué es mentira!
Óscar de la Visitación. Director de arte y estilista. Bilbao, 1967. Busca, saborea y también concibe cosas bonitas. Por dentro: impaciente y curioso; por fuera: sereno y afable. Ha publicado para Woman, Madame Fígaro, Marie Claire o El País, además de trabajar en publicidad.
En 1996 viaja a Barcelona con la intención de pasar un fin de semana. Cambia tantas veces el billete de vuelta que cuando se da cuenta lleva 18 años viviendo en la ciudad condal. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco y alumno de print y fashion designer en la Central Saint Martins de Londres. Nómada empedernido, vivió en Londres, Milán y Nueva York. Ahora y por primera vez en su vida ha logrado establecerse en una misma ciudad. Vive en Rambla Cataluña con sus dos gatas, a las que adora. Tiene una obsesión: necesita toparse al menos con una cosa bonita al día. Si no lo consigue, le queda el consuelo de ver una película por la noche.
PRINCIPIO DE RELATIVIDAD
Estilista y director de arte. ¿Cómo se relacionan ambos trabajos? “Cuando volví a España hace 18 años la gente no sabía qué era ser director de arte. Como tenía que comer, decía que era estilista. ¿Dónde estaba la diferencia? Normalmente el estilista ponía y ajustaba la ropa con alfileres, algo que yo nunca había hecho. Yo llegué con una formación artística y veía que existían algunas carencias a la hora de dirigir al fotógrafo. A veces me daba cuenta de que el fotógrafo escogía un tipo de luz que no era la correcta y no me podía callar; otras veces veía que la ropa que se había elegido tampoco era la correcta.” ¿Estas serían las principales funciones de un director de arte? “Sí, para mí un director de arte es un intermedio entre el estilista y el fotógrafo. A mí me ha sido cómodo firmar como estilista pero realmente a un director de arte se le presuponen muchos más conocimientos.” Entonces, director de arte. “Exacto, mi campo siempre ha sido este. Tengo un asistente que elije la ropa. Le mando dos o tres fotos y le explico lo que quiero o lo que me encargan, aunque llevamos más de siete años trabajando juntos y conoce muy bien mi gusto. A mi me gusta mucho más la parte creativa y sobre todo el trabajo de la luz. Me encanta cuando viene alguien corriente y gracias a un equipo esa persona alcanza una belleza extraordinaria.” ¿La sensibilidad estética se puede educar? “Cuando alguien me dice que el estilo va relacionado con el dinero, empezamos mal. Pensar esto es de ordinario y hortera. Incluso teniendo algo dentro de ti, la educación sigue siendo fundamental. Puedes tener intuición por la pintura, por la indumentaria o por el gusto en general, pero si no lo tienes, por mucho que se eduque, siempre habrá algo que chirríe.” ¿El gusto no es relativo? “¡No! Es muy relativa la manera en que cada uno tiene de visualizarlo, pero el buen gusto no es relativo. La sensibilidad se educa si la tienes, entonces la potencias; y si no la tienes y eres listo la puedes aprender, memorizar cuatro pistas para no meter la pata.” Y tú, ¿sigues algún método de trabajo? “Es una cosa puramente intuitiva. No rezo porque soy ateo pero me encantaría rezar para no perderla jamás. Es como un don o una suerte.”
LA MENTIRA ES BONITA
¿De dónde crees que te viene este don? “Creo que he tenido una cierta sensibilidad desde pequeño. Me acuerdo de una anécdota que cuentan mis hermanas: cuando fui consciente por primera vez de que el cine era cine. Cuando era muy pequeño –hablamos de televisión en blanco y negro y dos canales–, vi una película de Sara Montiel y no me podía creer que esa belleza fuera real. Al final de la película su personaje muere y yo empecé a llorar y a llorar desconsoladamente y mi madre me dijo: «¡Qué no!, ¡Qué es cine!, ¡Qué es mentira!»”¿Te gustaría trabajar en cine? “Muchísimo. Me encantaría meterme en ese mundo siempre que la ropa influyera de alguna manera en el carácter del protagonista. El hecho de hacer una película por rodar y sin ese punto de investigación no me interesa en absoluto.” En tu caso también explicas una historia a partir de unas imágenes. “Exacto. Además, cuando hago publicidad y sobre todo con directores extranjeros dialogan mucho conmigo para que, aunque el resultado sea una camisa amarilla, exista un porqué. Eso me gusta mucho.” ¿Con qué trabajos disfrutas más, publicidad o editoriales de moda? “Con la publicidad disfruta mi banco y mi cartera; aunque la publicidad que te permite crear un personaje está muy bien. Yo disfruto más con los editoriales o con una amiga que me pida unas fotos para cuando sea mayor. Eso me encanta.” ¿Qué consigue removerte por dentro? “La gente, las cosas vivas. Es un tópico pero me inspira la calle. Las conversaciones agradables. La pintura, muchísimo, no lo puedo evitar. También la naturaleza.”
POLVOS Y ROMANCES
¿Cómo definirías tu forma de ver las cosas? “Soy una persona muy impaciente. Siempre estoy con el ansia de aprender y de conocer cosas nuevas. Cuando se me ocurre una idea no puedo esperar a mañana. La impaciencia me define para bien y para mal.” ¿Y cómo se traduce en tu trabajo? “Siempre hay ausencia de complementos. No me gustan las imágenes excesivamente recargadas.” ¿Crees que tienes una misma mirada, presente en todos tus trabajos? “Sí, también para bien y para mal. Mis amigos y la gente que conoce mi trabajo, cuando abre una revista saben qué es lo que he hecho yo. Normalmente existe un equilibrio de color, un estilo y una misma dirección.” ¿Singularidad o adaptabilidad? “Es bueno saberte adaptar desde tu singularidad. Sobre todo para los fotógrafos. Un fotógrafo que se parezca a otros fotógrafos al final no se parece a nada. Te puede gustar o no pero si existe una personalidad seguramente publicará. Para mí es muy importante tener un carácter propio.” Tu trabajo necesita de un buen fotógrafo para que luzca como se merece. ¿No es complicado ir a la una? “Es como bailar. O como los romances. Está el polvo de una noche, que nos puede apetecer o no; y después está la relación. Con los fotógrafos con los que tienes un polvo de una noche cuando repites es un desastre. Después está el caso de Daniel Riera, con el que he trabajado y he tenido una relación muy larga porque tenemos una sensibilidad muy parecida. Son lenguajes. Yo no me puedo comunicar con un chino porque no sé chino. Tienes que hablar el mismo lenguaje. Mi lenguaje es la plástica y el suyo es la luz. Si nos encontramos en el mismo alfabeto no habrá ningún problema. ¿Daniel Riera sería tu fotógrafo predilecto? “Daniel me gusta muchísimo, por su talento y porque a nivel personal le tengo mucho cariño. Cuando llegué a España hace 17 años fue la primera persona que conocí y justo empezaba en ese momento. Me pareció que sus imágenes tenían una fuerza arrolladora. Per hay muchos fotógrafos con los que me gusta trabajar: Luís Monteiro, Toni Bernhard o Javier Vallhonrat. Toni tiene una edad avanzada pero su trabajo es absolutamente moderno. Me gusta cuando la modernidad no tiene que ver con la edad sino con la capacidad de sorpresa y de análisis.”
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